72 horas en La Paz dieron para mucho

Jorge Ramirez-Escudero /// Hyperpotamus

Ya no es sólo la entrada en la ciudad desde el Alto, viendo el enjambre de casas que, como un embudo, acaban desembocando en La Paz, ni lo surreal que supone para un europeo ver tanta actividad pasomsa en la calle, los embriones de llama, las divinas cholas paceñas, el delicioso mocochinchi o el majestuoso Illimani como telón de fondo... Sino que además, queda en el centro de toda esta alucinante maravilla un reducto para amantes de la música clásica que lleva décadas compartiendo su pasión por Bach, Beethoven, Brahms y más compositores allende la “B”. Algo tan exótico, que sólo lo encontrarás aquí.

Para mí, tocar en la sede de las míticas Flaviadas ha sido uno de los highlights de mi periplo de ocho años como Hyperpotamus. Haber formado parte de su historia es para mí un banderín en mi historial de aventuras musicales. Y firmar en el mismo libro de visitas que el gran Leonard Bernstein (otro compositor con la “B”) es ya el no va más.

La Fundación Flavio Machicado Viscarra, que se dedica a continuar la tradición de las Flaviadas, se merecen una especial atención por parte de los amantes de la música y la cultura. Pocos quedan tan generosos y tan dispuestos a compartir su pasión sin más agradecimiento que el buen compartir.

Brindo por ellos.